
A lo largo de ese mismo tiempo, en una pequeñita libreta roja, ya se contenían una que otra historia, que, mal escrita y sin ortografía, albergaba un anhelo al parecer inalcanzable, de salir de ahí, y florecer en mi piel.
Un día, me di cuenta, que esa pequeñita libreta, se habían convertido en seis, y que, por mucho que quisiera, ese océano de sentimientos fueron momentos que marcaron mi vida, alguna que otra cosa absurda y Yo.
Porque la admiración que tanto tenía, estaba detrás de esas páginas.
Siempre escribí para mí, mi mente, mi corazón, mi futuro, mi plenitud. Es bien raro escribir, y saber que alguien, del otro lado, me lee.
XX,
-A.
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