M;

 

Me gusta como piensas, me gusta cómo hablas, me gusta como tus ojos riman con esa sonrisa que me enloquece. Me gusta el tiempo contigo, y cómo corre entre tus brazos. Me gustan tus manos en mi cintura y tus besos en el cuello. Me gusta escuchar llamarte amor, y pensarte mío, me gusta soñar una vida contigo y vivir en el presente.

La realidad es, M, del mar que soy, y lo mío que eres, m, de cómo durante meses te volviste cada minuto un poco más dentro de mi corazón, m, mi amor. 

Y menos mal que hay personas que se toman en serio el trabajo de robar corazones.

Te amo, M.

Fuimos Todas.

 No tengo el don de escribir y expresarme hacia otras personas que no sea Yo, pero quería dejar por aquí, que hoy, levantamos la voz, que estamos cansadas, que mientras más creces más te das cuenta que el miedo nunca se va.  A veces parece que ya no quedan más palabras para decir que estamos hartas. Hartas de vivir en un país donde nos matan y parece que no pasa nada. Y no sé ustedes, pero yo no le debo nada a una tierra que nos calla.  Hoy las nombramos y existimos justicia, la culpa nunca fue suya, ni dónde estaban, hoy las recordamos porque su nombre se queda, para hacer historia.

Que la rabia se vuelva fuego y que ese fuego nunca se apague. Ningún edificio, monumento o institución vale más que la vida de cientos de mujeres.

[Té], quiere siempre.

 -Ann de mar.

  

Cien poemas.

Durante mucho tiempo, admiré a muchas personas, amigos que a mi parecer, se expresaban tan bien, y envidiaba la forma en la que todo en sus rimas fluía a la perfección, el río de sentimientos que dos versos podían contener.

 A lo largo de ese mismo tiempo, en una pequeñita libreta roja, ya se contenían una que otra historia, que, mal escrita y sin ortografía, albergaba un anhelo al parecer inalcanzable, de salir de ahí, y florecer en mi piel.

Un día, me di cuenta, que esa pequeñita libreta, se habían convertido en seis, y que, por mucho que quisiera, ese océano de sentimientos fueron momentos que marcaron mi vida, alguna que otra cosa absurda y Yo.

Porque la admiración que tanto tenía, estaba detrás de esas páginas. 

Nunca escribí para que alguien me leyera, nunca escribí para mostrárselo a nadie. 

Siempre escribí para mí, mi mente, mi corazón, mi futuro, mi plenitud. Es bien raro escribir, y saber que alguien, del otro lado, me lee.

XX,

-A.

¿Quién dijo qué?

 Hace poquito, me encontré un proyecto visual de Haley Morris, de la serie Wait Watchers, donde colocó su cámara en un tripié y se tomó cientos de fotos, en lugares públicos, en estas, captó las miradas de desaprobación de todas las personas que la miraban, algo que enfrenta debido a su cuerpo. Lo que me llevó a pensar. 

¿Quién dice?

Todos los días, Internet nos llena de imágenes de cuerpos esbeltos, y creemos en estas figuras que nos han impuesto, es  lo que debemos y aspiramos a ser,  ¿No somos más?

Lo somos, y nadie debería poder hablar de los cuerpos de las demás personas, para la sociedad en general, ser delgada, ser bonita y atenernos a lo que se “espera de nosotras” está por encima de todo lo demás que somos. Que para las personas que ni siquiera nos conocen, lo mejor que podemos ser es ser bellas, ser flacas. Que celebramos la delgadez sin preocuparnos ~realmente~ por la salud física y mental de los cuerpos con los que nos obsesionamos.

Porque somos más, que los cuerpos que habitamos, somos lo que pensamos, lo que hacemos, lo que sentimos; somos más.