El día de hoy no puedo ni creerlo. El hecho de que la opinión de algo más haya llegado al punto de no dejarme ponerme lo que quería, o por cómo se veía mi cuerpo, era una tortura.
¿Quién se tortura a sí mismo?
Ojalá fuera diferente, ojalá mi cabello, mis ojos, mi cara, mis labios, mi nariz, mi boca...
Ojalá entender que nos vuelven locas diciéndonos cómo se supone que tenemos que ser.
Ojalá nos quisiésemos como somos.
Que no haya tantas personas que se coman sus emociones o busquen en la comida saciar esa necesidad de amor. Que no la utilicen como recurso para tragarse lo que no dicen, lo que ‘deben’ callar.
Ojalá no haya personas que dejen de comer para intentar llegar a un canon absurdo y dañino y que terminen deseando volverse invisibles.
Porque nos han dicho que nuestro cuerpo tiene que ser perfecto para que nos quieran.
No hay límites y barreras. Nos han metido tan dentro mil y una normas que vemos los defectos por todos lados.
En otros cuerpos pero sobre todo en el nuestro.
Y si no los vemos nos los hacen ver. Y nos castigamos por ello. Y nos prometemos que si conseguimos el cuerpo deseado seremos felices.
¿Porqué no dar un golpe en la mesa y querernos como somos?
Porque nuestro cuerpo es vida. Es poder movernos con él, respirar, sentir el tacto de otras personas, su olor. Es mirar al mundo y sentir sus vibraciones. Nuestro cuerpo es calma y orgasmo, es hambre y placer. Porque nuestro cuerpo es vida.
Y bastante han intentado encorsetarnos. Ya está bien. No somos muñecas ni queremos serlo. Tenemos arrugas, cicatrices y pliegues en la piel. Algunas podemos correr y saltar alto. Otras se deslizan en silla de ruedas o pintan con los pies.
Y eso está bien. Todo está bien. Todas estamos bien.
Porque nuestra proporción no se mide en palmos o centímetros sino en función de lo que nuestro cerebro quiere ver.
Podemos acabar con los juicios y prejuicios. Podemos luchar contra los ‘deberías’ y los ‘tienes qué’. Podemos entender que la salud no se ve siempre desde fuera y la salud mental menos.
Podemos ser felices como somos y podemos hacer del mundo un lugar más amable para nosotras. Empieza contigo misma. Con tu cuerpo, con sus circunstancias. Míralo con cariño buscando lo positivo.
Porque al final somos mucho más que nuestro cuerpo.
Somos hechos, sentimientos, pensamientos y momentos.
Y descubriremos una gran verdad.
Que la belleza está en todas partes y, todas somos arte.